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28 ene 2008
El PP empieza a pagar la exclusión de Gallardón
Zapatero abre brecha y la ventaja del PSOE se acerca a los seis puntos. Los socialistas empiezan a recibir un importante trasvase de apoyos desde IU
Alberto Ruiz-Gallardón y sus próximos sostenían en los últimos meses que Mariano Rajoy no podría permitirse el lujo de excluirle de las listas para no dar imagen de partido escorado a la derecha y para no dejar el espacio del centro libre para que lo ocupe el PSOE. El líder del PP no cumplió esa previsión y ahora lo paga en forma de aumento de su desventaja en estimación de voto, según el resultado del Publiscopio.
La primera conclusión del sondeo es que los socialistas abren brecha y se acercan a los seis puntos de diferencia, la mayor ventaja desde que en octubre este periódico empezó a publicar estos estudios y por encima de los 4,9 puntos que el PSOE logró en las elecciones generales de 2004. El llamado empate técnico parece haber quedado atrás.
La encuesta, la primera que recoge el efecto de la crisis por la exclusión de Gallardón, muestra un aumento de la ventaja de los socialistas hasta 5,8 puntos. La estimación de voto del PSOE es del 44,5%, frente al 38,7% del PP.
El fichaje de Pizarro
Está computado también en el sondeo el efecto que pudiera tener el fichaje de Manuel Pizarro y también las primeras propuestas fiscales de Rajoy, salvo la parte que concretó el candidato del PP el pasado viernes en Barcelona. No hay, obviamente, referencia sobre las propuestas programáticas del PSOE, porque este partido ha aprobado este fin de semana el grueso de su oferta electoral y, además, tiene previsto aún ir desgranando otras que ha guardado para la campaña. Tampoco otras decisiones como poner en marcha el proceso para ilegalizar ANV y PCTV.
El trabajo de campo se ha realizado del 14 al 24 de enero, manteniendo parte de la muestra obtenida para el anterior estudio. Con esta metodología es posible lograr una permanencia y estabilidad en el estudio, a salvo de los sobresaltos que pueden producir acontecimientos muy inmediatos, lo cual sirve también para medir mejor las tendencias más profundas del electorado.
En este momento, la estimación del voto al partido de Zapatero estaría casi dos puntos por encima de su resultado de hace cuatro años y la de la candidatura de Rajoy un punto por encima del 14-M. Es decir, se profundiza en la polarización de los dos grandes partidos que ya se observó en anteriores estudios.
Aparentemente, el crecimiento de la ventaja de los socialistas es consecuencia del trasvase de votos que recibe de otras formaciones, es decir, nacionalistas e Izquierda Unida, y de los nuevos electores.
IU, a la baja
La formación de Gaspar Llamazares ya está ligeramente por debajo de su resultado de 2004 y en el punto más bajo desde que se inició la serie del Publiscopio. IU suele mantener siempre una gran batalla contra el llamado voto útil y, por eso, en las encuestas previas a la convocatoria de elecciones muestra una estimación de voto con tendencia a reducirse progresivamente cuando se acerca el momento de ir a las urnas, para decantarse finalmente hacia el PSOE.
Teóricamente, los socialistas pueden recibir votos de abstencionistas que logren movilizar, de iniciales votantes de IU, los inclinados hacia otras formaciones nacionalistas o minoritarias y también del PP. Estos últimos situados en ese espectro del centro.
De hecho, de los indecisos hay un 25,6% que dudan entre el PSOE y el PP; un 6,1% entre los socialistas e IU; un 4,6% entre abstenerse o votar a Zapatero y un 3,5% que incluye en su duda a los partidos nacionalistas.
Evitar el regreso del PP
Para ese voto útil le puede funcionar al PSOE el esquema de campaña del rechazo al contrario. Es decir, plantear al electorado la disyuntiva de votarles como mal menor para evitar que sea el PP quien vuelva a gobernar. A ese fin contribuye con eficacia la estrategia de colocar a José María Aznar en el primer plano de la campaña, recordando que el rechazo a su política es lo que les dio la victoria en 2004.
Al PSOE le beneficia en esa estrategia la hiperactividad de Aznar, que ha iniciado una campaña electoral muy visible, aún a riesgo de eclipsar o, peor aún, lastrar a Rajoy.
Según la encuesta, el PSOE puede apoyarse en el 35,9% de rechazo que tiene el PP, ligeramente superior al porcentaje del anterior sondeo, realizado antes de la exclusión de Gallardón.
Para lograr esa movilización, el equipo de campaña del PSOE asegura que la crisis por la exclusión del alcalde de Madrid tiene dos efectos positivos para sus intereses: refuerza la idea de partido alejado del centro que hay que evitar a toda costa que pueda gobernar y, en segundo lugar, provoca un debate social que lleva el clima electoral a las casas o los centros de trabajo. Este último supone un importante elemento movilizador porque la vida política no se centra en asuntos que cuesta entender a los ciudadanos, sino en caras y nombres populares, como Gallardón y Esperanza Aguirre. Ese efecto se multiplicará ya en la campaña electoral con los dos debates cara a cara en televisión entre los dos candidatos.
En paralelo, los socialistas consiguen situar el foco en una posible sucesión y la división interna siempre la pagan los partidos en las urnas.
Fidelidad y crecimiento
En principio, el voto del PP sigue fiel a su partido, con porcentajes ligeramente más altos que los del PSOE, pero, en cambio, tiene mucho más limitada la capacidad de crecer. La fidelidad de los votantes del PP está en el 83%, frente al 75% de los socialistas.
Sin embargo, sigue siendo mucho menor el porcentaje de indecisos que incluye al PP entre las posibilidades que baraja para el día de las elecciones.
Al PP también le sirve el modelo de campaña de rechazo de Zapatero, identificado como el compendio de todos los males. Su único problema es la citada dificultad para lograr más votos entre electores con dudas. No es probable que se los arrebate a formaciones nacionalistas, no tiene a nadie a su extremo equiparable a lo que es IU para el PSOE y el electorado de centro que pueda disputarse con los socialistas puede estar afectado por la exclusión de Gallardón y la continua presencia de Aznar, casi como si fuera un candidato más a las generales.
Su claro mensaje es el de la promesa de decisiones en tiempos de zozobra, reforzando la idea del candidato firme para hacer frente a una situación de crisis, por eso basan su estrategia en los malos augurios económicos. Tampoco logran arrastrar a los nuevos electores: el 42% se inclina hacia el PSOE y el 25% hacia el PP.
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