Coruña inició ayer la conmemoración de su 800 aniversario. Que le vaya bien a la ciudad es crucial para toda Galicia. Según el informe de referencia, el Ardán de la Zona Franca de Vigo, la capital ártabra es la de mayor riqueza industrial de Galicia. También es la que paga más impuestos. Su área concentra un tercio de las empresas gallegas, entre ellas, la primera caja de la comunidad, el primer banco, el primer grupo de comunicación y la primera multinacional gallega.
¿Qué tal llega A Coruña a su cumpleaños? Bien en lo que atañe a su despierta sociedad civil; con perfil tibio en su clase política y algo ignorada por el poder autonómico.Circunscribir hoy A Coruña a su término municipal es absurdo. Oleiros, Culleredo o Arteixo son ya barrios de una conurbación, la Gran Coruña. La capital se ha amodorrado algo por la fuga de jóvenes ante el precio de los pisos, pero el área metropolitana palpita.
El futuro parece enfocado: una capital volcada en los servicios financieros y comerciales; un nuevo puerto en Arteixo, cercano a la autovía; y un amplio polígono industrial, Morás, que dará oxígeno a los actuales, todos llenos. La operación del puerto antiguo permitirá reinventar la fachada y la zona centro tiene un tamaño perfecto para ser restaurada al detalle.
Pero el presente plantea problemas. La ciudad aún está desaseada y sufre un problema de tráfico brutal, que no paliarán las obras en curso, de lentitud exasperante. Se planifica poco: se están levantando torres y más torres junto al mayor embudo de la ciudad, Alfonso Molina. No hay planes de metro y darle unos metros más a la pista de Alvedro parece hablar de las pirámides de Keops. Además, sigue faltando verde.
A Coruña, liberal de siempre y galeguista muchísimo antes de que fuese obligatorio, necesita que el nuevo poder de la Xunta crea en ella. No lo está haciendo. Y eso es atar una de las dos piernas con las que corre Galicia.
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