24 jun 2008

Noite Meiga de San Xoan , 80000 persoas no Orzan e Riazor

Para los coruñeses no hay noche como la de San Juan. Es su noche más grande metida en la noche más corta. Es un espectáculo único ver a cerca de 80.000 personas, según cálculos municipales, disfrutando a fuego lento. Entregados y frescos. Como si no se hubiesen partido el lomo carretando maderos a la playa durante todo el día, levantando hogueras, asando sardinas, descorchando botellas, bebiéndolas... ¿Agotador? No, estimulante.



Fue una noche de escándalo, con magnífica temperatura. Se ve que las meigas no quisieron esta vez sofocar las hogueras y, un año más, la celebración se convirtió en la gran catarsis festiva del verano en toda la ciudad.

Ya desde las cuatro de la tarde, cuando los bañistas todavía tomaban el sol, la juventud buscaba parcelitas en el Orzán y Riazor en las que construir su hoguera y plantar la parrilla para darle vuelta y vuelta a la sardina. Varios carteles advertían de la prohibición de bajar a la playa carritos de supermercado, contenedores y sofás. Hay quien va tan cargado que hasta parece que se va a mudar para siempre al Orzán.



La impaciencia es otra de las características del San Juan coruñés, que pasan del reloj y empiezan a prender las hogueras a las once de la noche. Luego pasa lo de siempre, que los fuegos artificiales y la falla se queman a las doce y media, cuando la mayoría de las fogatas están a un tris de apagarse. El que no se apaga es el vino, que volvió a hacer estragos. Se notó en las guitarras, que sonaban a trompetas. La juventud aliñaba sardinas con vino y muchos terminaron merluzas. El licor corría por el paseo marítimo y las baldosas se pegaban a los pies, aunque en algunas zonas el suelo parecía una pista de patinaje. Se veía que algunos entendían de hogueras. Cocinaban sobre sus cenizas como si fuera la vitrocerámica. Pero otros asaban sardinas como si friesen churros.

Amanecer en la arena

San Juan tuvo mucho de mágico. Sobre todo para decenas de parejas semienterradas en la arena, débilmente iluminadas por algunas brasas cercanas. A medida que avanzaba la noche algunos hacían de la arena una almohada. Unos mordían el frío con los dientes. Y hasta hubo quien se bañó en calzoncillos. A los de la limpieza les cayó la gorda, porque les espera un día de mucho trabajo.

1 comentario:

aqueloutrando dijo...

yo estuve en Sean Amaro y fue más modesta pero igual de mágica y emocionante.San juan festivo ya.
un saludo