Lugo, que puede presumir de la dilatada historia de su aeródromo, lleva años intentando recuperar e impulsar Rozas como pequeño aeropuerto en el entramado del transporte aéreo en Galicia. Ahora parece que el intento es firme y como primer paso la Cámara de Comercio y la Diputación Provincial, con la colaboración de la Consellería de Traballo, ha puesto en marcha un taller de empleo, integrado por cuarenta alumnos-trabajadores y siete profesores, que trabajan ya desde hace meses en la recuperación de las instalaciones de Rozas, con el fin último de reactivarlo para el tráfico aéreo de mercancías, en un futuro inmediato.
El presupuesto de este proyecto asciende a 1,4 millones de euros, de los que algo más de 800.000 corresponden a salarios de alumnos y profesores, cantidad que aporta el departamento que dirige Ricardo Varela, el resto lo financian el organismo cameral de Lugo y la Diputación.
Los trabajos proyectados incluyen la rehabilitación del hangar, una superficie cubierta de 2.600 metros cuadrados; la urbanización de los accesos de la terminal a la pista de aterrizaje y una pérgola metálica cubierta. Las obras contemplan también el cierre total de la pista de aterrizaje, mediante un vallado de seguridad perimetral y labores de jardinería en el entorno de las instalaciones.
Rozas lo utiliza desde hace años el Aero Club de Lugo, una entidad deportiva con importante actividad y que ha conservado gran parte del las instalaciones.
Fue aeropuerto de Galicia un tiempoDurante un corto período de tiempo, la pista lucense de Rozas fue utilizada por la compañía Iberia para sus vuelos civiles, mientras el aeropuerto compostelano de Lavacolla no estaba operativo, cuya apertura provisional al tráfico comercial nacional e internacional se produjo en el verano de 1947.
Los hangares de la Luftwaffe alemana
Los tres hangares de rozas, al igual que la pista de aterrizaje, los montó poco después del año 1940 la Luftwaffe alemana para dar servicio al sistema de comunicaciones de Arneiro. En su construcción se utilizó tecnología puntera en su época. Dos de ellos fueron desmontados y trasladados, pieza a pieza, a Madrid y Palma de Mallorca .
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