25 jul 2008

Belleza y espectaculo en los Fuegos del Apostol en Compostela



Una fuente cibernética lanzó 22.000 litros a las alturas y el cielo se iluminó con casi 1.500 kilos de pirotecnia
Casi 200 privilegiados cenaron por 160 euros en la terraza del Hostal, reservada desde hace un año




Santiago fue ayer por la noche un estallido de luces, colores y sonido que concentró en la víspera del Apóstol a miles personas. La atracción de la marca valenciana Caballer, cuyos espectáculos trascienden las fallas para ponerle el broche festivo a grandes eventos en el mundo, dio ayer un festín pirotécnico y audiovisual a lo largo de más de media hora que dejó boquiabierta a una concurrencia que comenzó a invadir las calles horas antes de los fuegos, aunque la aparición de la lluvia hizo descender la asistencia al espectáculo nocturno, en el que una enorme fuente cibernética fue la gran novedad.



Los juegos pirotécnicos ideados por Ricardo Caballer inundaron de pronto el espacio y envolvieron en un mundo onírico a los congregados en la praza do Obradoiro y rúas próximas. Los más privilegiados fueron los cerca de veinte mil espectadores que vivieron en directo el espectáculo, en el empedrado, en los balcones de Raxoi y Hostal de los Reyes Católicos y en la terraza de este último.



Desde hace casi doce meses estaban ya reservadas todas las plazas en esa terraza, en donde 160 personas pagaron 160,39 euros per cápita por cenar y ver los fuegos. Y en el Salón Real del Hostal otros 200 comensales pagaron 157,75 euros por una cena con derecho al balcón. Hace un par de semanas había un centenar de personas en la lista de espera, por si alguien se daba de baja en el Salón. Y otra treintena aspiraban a que hubiese huecos libres en la terraza. La suite Real (la que utilizan los Reyes) se convirtió también un lujoso mirador por el «módico» precio de 600 euros.



Momento culminante de la sesión fue la quema de la fachada gótica de la Catedral, con un coro monástico emergiendo entre sonidos de campanas. El extenso lienzo de la basílica ha dado vida a un cuadro panorámico de 2.500 metros cuadrados, sobre el cual desfilaron secuencias del Camino de Santiago (con ciudades y templos de la ruta jacobea), de la naturaleza y de Galicia. Estampas de la vida diaria de los gallegos, de su cultura y sus fiestas (sin olvidar el antroido y la rapa das bestas) llenaron la pantalla pétrea de la basílica en combinación con la pirotecnia, el láser y los sonidos. Y, este año, el agua.



Para que la gente se haga una idea del espectáculo vivido en el núcleo de la ciudad, Ricardo Caballer utilizó casi 1.500 kilos de material pirotécnico, 4.500 piezas de pirotecnia y 3.745 órdenes de fuego. Más de treinta técnicos trabajaron en el montaje y desarrollo del acto.

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