Procter & Gamble Co, fabricante de las Pringles, reclamaba que su producto no se sometiera al impuesto que se aplica a las marcas que utilizan en su composición el tubérculo.
La ley británica del IVA de 1994 señala que para que un producto deba asumir el IVA «tiene que contener patata prácticamente en su totalidad».
Además, P&G argumentó que las patatas fritas comunes no contienen harinas que no provengan de la patata y no se empaquetan en tubos. De esta forma la marca argumenta que su producto «se parece más a un pastel o una galleta»,
El juez del Supremo dictaminó que las Pringles «no se fabrica con patata».
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