Hace siete años la plaza de Tiananmen se conmocionó cuando Pekín se enteró del nombramiento como sede de los Juegos Olímpicos y hoy les ha llegado el día que no puede repetirse. El 08/08/08, ocho de agosto del 2008, está aquí y es el momento de la apertura de una nación con una ceremonia que será observada por cuatro mil millones de personas. El 8 es el número de la buena suerte para su cultura y habría que esperar un siglo para que se repitiera la coincidencia.
Las plazas cercanas al Nido de Pájaro ya son un caos, la gente busca acomodo para poder disfrutar desde el exterior de los fuegos artificiales, los que seguramente no ayudarán a los problemas de contaminación del aire, pero iluminarán el cielo durante más de media hora continua. Ayer algunos se resignaban a ver desde sus casas el comienzo oficial de los JO y evitar el tumulto en una ciudad de 16 millones de habitantes, donde la mayoría vive curiosa de lo que sucede en occidente y ahora quieren ser parte del movimiento olímpico sin preocuparse por los atentados, las amenazas y las protestas de los grupos oprimidos en los territorios dependientes. Es el momento de demostrar si los 39 mil millones de dólares invertidos en esta fiesta servirán como declaratoria de que son un país pacífico y progresista.
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