13 jun 2008

Finis Terrae rompe la frontera de la supercomputación gallega

2.500 procesadores Itanium de Intel, 33,5 toneladas de peso en 140 metros cuadrados y más de 20.000 trabajos realizados desde su puesta en marcha oficial el pasado 1 de abril. El superordenador Finis Terrae, desarrollado por Hewlett-Packard y situado en el Centro de Supercomputación Gallega (CESGA), se ha convertido en la nueva joya de la corona de la red de computadoras de cálculo más avanzadas de España y de Europa.

Con una inversión de 60 millones de euros, de los cuales 16 corresponden a fondos de la Xunta de Galicia y el Centro Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), Finis Terrae cuenta con una potencia de cálculo y almacenamiento que le permite afrontar desafíos científicos que difícilmente podrían ser resueltos sin su existencia. Cuenta con 142 nodos que suman 2.500 procesadores Itanium de última generación aportados por Intel; cada uno de estos procesadores posee una memoria de 128 GB y una capacidad de almacenamiento superior a los 20.000 GB.

La capacidad de almacenaje también asusta: 390 terabytes a los que habría que sumar 2,5 petabytes externos. Mención aparte merecen dos nodos especiales desarrollados por HP en los que se integran 128 procesadores con 1.024 y 384 GB de memoria respectivamente. Sin embargo, no son los números lo que hacen del supercomputador que hoy ha presentado a la prensa el Cesga en su sede de Santiago de Compostela una gran herramienta, sino la arquitectura que los sostiene.

Cada uno de los 142 nodos puede actuar de forma independiente en la resolución de problemas y, en caso necesario, hacerlo de manera colaborativa, con lo que se gana en latencia, es decir, el tiempo residual que cualquier sistema informático pierde entre operaciones. Para el presidente del Cesga, Saturnino Mato, Finis Terrae es una herramienta que trabaja para "cimentar el futuro" y convertir a la institución en un centro de referencia que permita abrir una vía de colaboración entre los investigadores gallegos y españoles (a través del CSIC) con toda Europa.

Esta colaboración, que ya ha comenzado con algunas universidades del norte de Portugal, debe permitir "que cualquier pregunta científica que se plantee pueda ser resuelta por Finis Terrae". Para ello, tanto el Cesga como HP e Intel han diseñado el equipo como un organismo vivo que permita actualizar y ampliar sus capacidades de cara al futuro. Precisamente esta es una de las carcterísticas más destacables en opinión del director del Cesga, Javier García.

García también destaca que Finis Terrae puede funcionar de forma simultánea con varios sistemas operativos, ya sean Unix, Linux o Windows. El director de la institución gallega cree que el software libre permite una mejor adaptación a las necesidades de un centro de estas características por su capacidad de mutar, sin olvidar que los programas de Microsoft son necesario hoy por hoy.



El presidente de HP en España, Santiago Cortés, ha destacado durante la presentación del proyecto la imperiosa necesidad de que España se convierta en un nodo más de la autopista global por la que circula la información científica. Por su parte, el representante de Intel, Norberto Mateos, ha destacado el poco peso que las empresas españolas tienen en el I+D español: "En nuestro país, son las instituciones quienes aportan financiación a la investigación, no las empresas; de ahí, el retraso español con respecto a los países de nuestro entorno".

Aplicaciones reales

En el tiempo que lleva activo Finis Terrae se han resuelto ya múltiples problemas científicos. Según García, desde el 1 de abril el supercomputador ha ayudado a afrontar unos 20.000 trabajos. Entre ellos, destacan cinco que han empleado más de 10 terabytes de memoria, "lo que demuestra la utilidad del equipo". El Cesga no cierra las puertas de Finis Terrae a ningún campo científico, pero sí centrará sus esfuerzos en cinco áreas de manera especial: ciencias de la vida, nanotecnología, ciencias del mar, energías sostenibles y cálculo puro.

Entre los trabajos ya desarrollados y que han puesto a prueba el equipo destaca una investigación que permite comprobar la compatibilidad electromagnética en grandes superficies (como barcos y aviones), para detectar interferencias entre antenas o estudiar el comportamiento de los radares.

Otro proyecto puesto en marcha consiste en tratar de resolver el cuarto problema físico más importante, según el American Institute of Physics, denominado "transición de fase", relativo a las propiedades magnéticas de compuestos tras la manipulación humana.

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