La llegada al mercado mundial, mañana, del nuevo iPhone 3G de Apple, se produce como si de una revolución tecnológica se tratara. ¿Es para tanto? ¿Por qué no ha ocurrido lo mismo con presentaciones de otros productos innovadores? Apple ha conseguido crear una gran expectación ante la llegada de sus obras, ya lo hizo con su ordenador de bolsillo, McBook. Y repite ahora con una terminal de teléfono que, aunque revolucionaria, también tiene sus fallos. El primero de ellos, el coste que va a suponer utilizarlo.
- Tarifas con asterisco: Aunque el aparato en sí no resulta muy caro, los compradores deben analizar con detenimiento las tarifas impuestas por Telefónica: el modelo de 8 Gigas estará disponible desde cero euros y tendrá un precio máximo de 299 euros, mientras que el iPhone de 16 Gigas costará entre cero euros y los 359 euros. Estos precios dependerán del número de puntos, en el caso de los clientes de Movistar. A partir de ahí, el usuario debe mirar con lupa la letra pequeña, si no quiere ver crecer su recibo cada mes.
- La batería: Según Apple, la batería tiene una duración de cinco horas de conversación e Internet, 24 como iPod, y 300 horas en espera. Sin embargo, los que ya han podido probarlo cuentan que la compañía no ha conseguido mejorar las deficiencias de su antecesor. Además, el iPhone no cuenta con una batería fácilmente reemplazable: si se rompe o falla, obliga al usuario a enviar todo el aparato al servicio técnico de Apple.
- La cámara que lleva incorporada es de sólo 2 megapíxeles. Ésta es la principal baza que juegan los competidores de Apple, ya que existen en el mercado desde hace tiempo terminales con más capacidad. Además, no cuenta con opción de grabación de vídeo.
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